El 29 de febrero fue su último día en la oficina. Pero la oficina era su casa. La oficina no era una oficina, así, friamente. Seguro su vida continúa con la misma plenitud que la entregó en esta institución: siempre enamorada de la luz en la que puede verse al otro claramente.
Compartimos el texto publicado en Sistema de Extensión Universidad Nacinal de Entre Ríos a propósito de la jubilación de una compañera entrañable: Cristina Billanes.
“La clave del camino, más que en sus bifurcaciones, su sospechoso comienzo o su dudoso final, está en el cáustico humor de su doble sentido. Siempre se llega, pero a otra parte. Todo pasa. Pero a la inversa”. (Roberto Juarróz).
En la vida todo ciclo, así como un día comienza, otro día llega a su final. Es el trayecto natural que siguen los acontecimientos y los procesos. No todos los finales nos trascienden o nos atraviesan a cada uno. A veces, simplemente los vemos ocurrir a nuestro alrededor. Y seguimos el camino. No es este el caso. Hoy se cierra una etapa en la Secretaría de Extensión de la UNER, vivencia personal, que inevitablemente deviene en un cierre institucional. Y no es ilógico preguntarse qué vacíos quedan cuando una pieza que es parte clave de un engranaje, se corre de lugar. Sin duda, hay un espacio que quedará vacío, y no es sólo el espacio institucional, ni las funciones de trabajo, más bien es el espacio de la esencia, es la huella particular y única que deja alguien en la "carne y en la piedra" de la UNER, que no se borrará jamás.
Y es que quien hoy se despide de la Universidad, habiendo cumplido un ciclo, cuando, a temprana edad, decidió ser parte de este universo institucional, eligió en realidad algo más, mil veces más profundo y trascendental: eligió el lugar desde el cual construir todos los días el mundo, desde cada una de sus experiencia, con lo que traía consigo, con las expectativas y la pasión, con lo que dejó cada día de si, con lo que construyó y lo que aprendió en el proceso.
Y este mundo particular lo construyó desde el compromiso cotidiano, la pasión por el trabajo, un amor inmenso a la institución y la lealtad hacia lo que desde allí se produce, pero por sobre todas las cosas, creyendo. Creyendo desde cada una de sus células en esta institución y su potencial transformador, creyendo fervientemente en una esencia capaz de transformar la calidad de vida de la comunidad. Y es allí que ha inscripto su compromiso con la tarea, entendiendo que todo cuerpo funciona con el engranaje de sus partes y que en ese mecanismo, todas y cada una de ellas, es vital e importante.
Con inmensa generosidad de espíritu y de accionar, con gran sentido del humor, con una fuente inagotable de anécdotas, con alegría y siempre una sonrisa franca y cálida; a su paso, quedan recuerdos, quedan aprendizajes, queda un modo de ser y de trabajar. Porque la clave no está en el resultado, sino el modo de transitar el camino, la Secretaría de Extensión Universitaria y Cultura enaltece, el transitar por ella, de una trabajadora incansable, que no pasó por la Secretaría, sino que la vivenció, plenamente y desde cada uno de sus sentidos.
Gracias María Cristina Billanes. Que la vida continúe su cauce y traiga felicidad a su paso.
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Publicado 02/03/2016