Del 6 al 10 de noviembre se llevó a cabo en nuestra provincia la Selección Provincial de Teatro de Entre Ríos 2013. El Viernes 8 de noviembre, en la Sala Metamorfosis/Callejón de los Sueños, se presentó La vajilla (Elenco Rotativo de la UNER, Paraná).
"El litoral"
Escenarios & Sociedad
Edición del Viernes 01 de noviembre de 2013.
LA VAJILLA”
Con bastante ternura y mucho de compasión
Dos actuaciones memorables: Judit Diment y Eduardo Fessia, magníficamente dirigidos por Lito Senkman. Foto: Gentileza producción
Roberto Schneider
“La vajilla” es la obra con la que el Elenco Rotativo de Teatro de la Universidad Nacional de Entre Ríos se presentó en la Sala Marechal del Teatro Municipal. Patricia Suárez es la autora de esta comedia dramática encantadora en la que despliega variaciones sobre el tema eterno de los conflictos conyugales (o de cualquier clase de pareja). Lo hace con inteligencia, ternura y humor nada comunes, a partir de una situación en la que María y Jaime, los protagonistas, están ubicados en la historia en los años ‘50 en un pueblo de la pampa gringa.
Él, como bien se dijo antes del estreno, es hijo de italiano, músico de la orquestina del pueblo y empleado del correo. Ella, madre de dos hijos y pantalonera. En víspera de la noche de Reyes, Jaime le confiesa a su esposa que tiene una amante. Ella no le cree. Él le pide que le diga a su amante que ya no quiere verla. María no lo puede creer y le exige a cambio que deje su acordeón. La autora maniobra con suma habilidad para sorprender todo el tiempo al espectador, desde el llanto inesperado -y desesperado- de María hasta la escena clave de la pieza, una conversación de los dos protagonistas inmersos como están en sus conflictos.
La explosión del personaje femenino obedece a que su marido quiere abandonarla por “la otra”. Pero las cosas no son tan sencillas como ella las presenta: detrás de ese hipotético abandono hay muchos años de tedio, rutina y mutuo desinterés; entonces la furiosa descarga es porque no escucha las razones del infiel. Son precisamente las conversaciones las que otorgan definitivamente sentido a la obra: ambos encarnan otros tantos tipos humanos antagónicos. Frente al riesgo de la aventura, se opone el sólido sentido común de quien opta por la tranquilidad, aun a costa de cancelar la opción de una existencia acaso más rica, más plena.
De lo dicho se desprende que el peso del espectáculo recae sobre las actuaciones, y el dueto intepretativo es, en verdad, excelente, pródigo en matices y sutilezas que obedecen, sin dudas, a las exigencias de la brillante dirección de Lito Senkman, un gran maestro en la conducción de actores.
Es memorable la actuación de Judit Diment, de quien es muy difícil encontrar calificativos que ya no se le hayan aplicado a sus trabajos. Se trata de una gran intérprete, pero con este personaje, tan querible para ella como se intuye, se expone magistralmente su capacidad creadora. Con apenas un movimiento, un gesto, una inflexión de su voz o cierta manera de pararse en la escena logra una composición que subyuga. Y sin menguar la carga emotiva propuesta desde el texto.
Eduardo Fessia consigue una gran actuación. El actor se atreve a tocar otras fibras de su personalidad. Su emocionalidad se muestra inmersa en el dolor de la mentira, en la rabia de la farsa, o en el desasosiego que provoca el desamor. Una vez más, ofrece una interpretación soberbia. Su Jaime, con su andar vencido y su dolor es inmejorable. El agobio, los fracasos, los errores, el amor de su mujer y su propia inmadurez cobran la fuerza necesaria. Y cuando canta, es fantástico.
A lo largo de la puesta, resplandecen pequeños pasajes en los que el enorme talento de Senkman y sus actores hace que aparezca el teatro como un arte que puede encantar apenas con una luz correctamente puesta y un breve texto bien dicho. Son aportes indiscutibles por el buen nivel el espacio escénico de Gachi Rezzónico, el vestuario de Andrea Fontelles y el diseño de iluminación de Diego Vera. La totalidad permite apreciar una obra que al ahondar en lo más profundo y misterioso de la condición humana, lo hace a partir de una risa sostenida, con bastante ternura y mucho de compasión.
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