Con el título de La poesía secreta de un narrador, El diario, de Paraná, ha publicado recientemente un artículo en el que se da cuenta del trabajo de Eduner con la obra poética de Juan José Manauta.
"La Editorial de la Universidad Nacional de Entre Ríos ha honrado a Juan José Manauta no sólo publicando sus Cuentos completos, con una reciente reedición ampliada, y otorgándole el Doctorado Honoris Causa por la Universidad, sino que presenta ahora un libro de Poesía completa que se aparta de las perturbaciones, de lo contingente y perecedero a lo que nos tienen acostumbrados los sellos editoriales en estos días.
El texto fue realizado bajo la Dirección de Sergio Delgado con la Coordinación minuciosa de Guillermo Mondejar, el Liminar de Miguel Ángel Federik y la Introducción de Gabriela Galeano. Sin estas cuatro personas, que han puesto un cuidado amoroso de la edición, no podríamos contar no sólo con esta reedición de La mujer de silencio y Entre dos ríos, sus dos libros de poemas de escasa circulación, sino con una serie de anexos que definitivamente levantan la vara sobre qué es editar a un poeta en la Argentina.
Nacido en tierra de poetas, Gualeguay, Manauta plantó una narrativa realista a nivel nacional. Pero leída la obra en su conjunto pareciera que se producen variados movimientos rotatorios entre las tensiones que producen lo comarcano y lo cercano, y entre la universalidad de sus ideales y sus estéticas. Hijo de su tiempo, su poesía impresiona porque se libera de la exigencia de provocar un efecto de sentido puntual y preciso, se aligera su retórica, y aunque él sabe que no pertenece a la esfera de los poetas angélicos, llega a escribir versos como este:
Desmembrada del sauce,
de su dominio triste, la luz es silenciosa
–corazón del paraje–
demorando la tarde en un color y un ala.
(“Luz de la tarde”)
Manauta avanza prudente en la poesía, reconociendo su intimidad profunda –tal vez por ello esta edición es postmortem-, y creo no equivocarme si sostengo que a través de leves unidades melódicas que recuperan toda la tonalidad del habla entrerriana –Federik dixit– revela en este métier sin objeto inmediato, la lánguida y apasionada visión de su Entre Ríos y de su escritura. Frena en el momento justo la furia rubendariana y se cuida de las enseñanzas simbolistas de sus amigos, que lo iniciaron en la prudencia de sugerir antes que formular en los procedimientos de alusión, y en esa secreta cofradía gualeya, él aprendió los usos literarios: guardar sus textos, cobijarlos, someterlos a un espíritu normativo y tener hacia ellos una actitud casi ascética, frenar la iniciativa en el momento justo, porque lo sutil es el camino para llegar a lo profundo. Creo que Manauta estaría más feliz de ser nombrado entre la estirpe de los poetas entrerrianos porque jamás desechó la materia nativa ni menospreció esas fuentes de inspiración de la montaraz realidad del siglo XX entrerriano.
El texto de Miguel Ángel Federik, con su vulnerable sentido de misión de poeta heredero de una tradición, nos pone frente a la eminente condición de poeta que tiene el narrador Manauta o todo el narrador que se precie entrerriano. La Introducción de Gabriela Galeano responde a la pregunta principal de un lector: ¿hacia dónde se dirige la obstinada continuidad de los temas de un escritor?, ¿qué espera el lector del Manauta novelista? ¿cómo escribe un poeta realista?, ¿cuáles son sus obsesiones?, ¿cómo organiza ese universo? Finalmente el postfacio de Sergio Delgado, con un gesto calmoso de aquellos que están realizando un peregrinaje, pone el acento en el ethos manautiano. Esa ética de lo social generaba en su escritura un pathos, una tensión de un profundo sentimiento de lo humano para despertar una íntima emoción en sus lectores: pathos contenido por la viril discreción criolla.
Este es un libro conmovedor en una edición asombrosa porque no sólo recupera una zona velada de la literatura de Juan José Manauta, sino que nos presenta a través de sus notas y sus anexos entrevistas, reseñas, cartas, conferencias, canciones, fotos facsimilares y hasta un cd con la propia voz del poeta recitando y de Liliana Herrero cantando la ya clásica Zamba del lino. Es un libro cuyo objeto mismo nace de un gesto seguro y afianzado de los mejores editores, aquellos que no temen internarse en esas puras regiones del hacedor, en donde se identifica el gozo de la literatura con la construcción de una palabra limpia de contingencias. La editorial levantó su apuesta".
Firma la reseña la Dra Claudia Rosa
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