Las universidades del Litoral (UNL) y de Entre Ríos (UNER) lanzaron El junco y la corriente, donde el autor entrerriano reunió los poemas que compuso tras una gira por esos países comunistas a 40 años de la Revolución Bolchevique.
Cuando digo China, / es una ramita lo que atraviesa, olivamente, el aire, / en la punta de un vuelo de nieve, hacia el viento del día…" escribe Juan L. Ortiz en uno de los poemas que integran El junco y la corriente. Se trata de un libro que el poeta entrerriano inició hacia 1957. Por entonces había viajado a China y la Unión Soviética como integrante de una comitiva de artistas e intelectuales, financiada por el Partido Comunista, para conmemorar los 40 años de la Revolución de octubre de 1917. Este libro fue publicado por primera vez en 1970, formando parte de En el aura del sauce, donde confluye toda la obra poética de Ortiz. Se editó por segunda vez en el marco de la Obra completa que la editorial de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) dio a conocer a mediados de los noventa. Pero no había vuelto a publicarse desde entonces.
De manera que esta nueva coedición –al cuidado de la UNL junto a la Editorial de la Universidad de Entre Ríos– es la primera que presenta El junco y la corriente de manera autónoma. Además, el volumen se completa con distintos documentos, en su mayoría inéditos: un diario de viaje, una conferencia, traducciones, manuscritos y dibujos que terminan de delinear el tránsito del poeta por esas tierras orientales.
Evar Ortiz, su hijo, publicó en 1997 un artículo en la revista Xul donde contaba: "A la civilización china y otras civilizaciones orientales (Juanele) ya las conocía sobradamente antes de su viaje, por sus lecturas; siempre fue un tema que le interesó, más que nada por el refinamiento y la exquisitez de estas civilizaciones. También él amó los animales, que en algunas de esas culturas son sagrados, intocables (…) Además, estaban los aspectos de la cultura, la sutileza de la pintura, la poesía, las cosas sugeridas. Así que cuando fue, él hizo un redescubrimiento: de China, del Tibet, de las zonas que visitó." Y es que esos aspectos habitan la poesía de Juanele, son su influencia, como se observa al final del libro, con la inclusión de poemas chinos que él mismo tradujo (y que fueron publicados originalmente por Abeja Reina en 2011, en una edición a cargo de Guadalupe Wernicke).
En otra parte del artículo, Evar refiere una anécdota curiosa: el encuentro de Juanele con Mao Tse-tung, que por entonces atravesaba su único período como presidente de la República Popular, que se extendió entre 1954 y 1959. El episodio transcurrió en la Residencia de Shangai. Allí, Ortiz recibió de regalo libros y poemas en chino y también en francés, escritos por el propio Mao. "En una foto (Mao) está parado, con gorra, la cara como una galleta, grandote, y el secretario, que le regaló un sobretodo forrado en piel de tigre de Manchuria a papá", escribe Evar. Y aclara que su padre se mantuvo al margen de cualquier apreciación política sobre la Revolución Cultural.
El libro está acompañado por una introducción y notas a cargo de Francisco Bitar, donde el ensayista brinda claves que permiten situar el texto en la constelación escritural del poeta. Es que Juanele entregó a imprenta De las raíces y del cielo en 1957 y abrió un paréntesis de largo silencio hasta 1970, con la aparición de En el aura del sauce, que incluye sus diez libros editados y tres inéditos: El junco y la corriente pero también El Gualeguay y La orilla que se abisma. Bitar señala que la importancia de este libro radica en la peculiaridad del registro del viaje convertido en poema. También, en lo nombres que se despliegan allí, capaces de trazar los diálogos de Juanele con otros poetas, donde aparecen las referencias chinas pero también los amigos como Juan José Saer, Hugo Gola o Mario Medina e incluso un poema dedicado a José Pedroni. "El junco y la corriente es el lugar donde la producción anterior, como un espejo, se desdobla en lo que será", agrega Bitar en relación a esa especie de trilogía que el libro compone con los otros dos.
Juan Laurentino Ortiz nació el 11 de junio de 1896 frente al río Gualeguay en el pueblo de Puerto Ruiz, en Entre Ríos; y murió en 1978 en Paraná. Dedicó toda su vida a escribir una poesía única, tenue, detenida en el paisaje, que huía de cualquier intento de representación.
Si bien a partir de los cincuenta, poetas como Saer, Hugo Gola o Paco Urondo se dedicaron a difundir su obra, fue recién en sus últimos años donde su nombre cobró notoriedad. En el libro Una poesía del futuro, de Mansalva, donde Osvaldo Aguirre compiló varias entrevistas que le realizaron a Juanele, él reflexionó sobre este aspecto de un modo que también permite entender su pasión por la cultura china: "No olvide usted que en Oriente no hay nombres de poetas, recién ahora aparecen. Yo creo que ese sentido, diremos individualista de la poesía, se va a integrar, uno se va a sentir poeta por la necesidad de dar su visión, de expresar eso que es original e inédito y el sentido de responsabilidad que va tener cada uno en condiciones dadas mucho más favorables que ahora, de enriquecer esa visión común, pero sin esa furia del nombre y de la carrera." «
Fuente: tiempo.infonews.com/cultura
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