La Editorial de la Universidad Nacional de Entre Ríos (EDUNER) presentó la Obra poética de Daniel Elías, en la 6ta. Feria del Libro. Igualmente en el marco de dicha feria se realizó un homenaje al gran escritor entrerriano Juan José Manauta.
El domingo 6 de octubre, a las 18:00, en la Carpa A se realizó la presentación de esta coedición de la EDUNER- y la UNL, a cargo de Miguel Ángel Federik. La Directora de la EDUNER, Maria Elena Lothringer dió una introducción sobre la publicación, luego hubo una participación musical a cargo de Augusto Ayala (Guitarra).
La mesa homenaje a Manauta estuvo formada por el diputado Lisandro Viale, la directora de EDUNER, M. E. Lothringer, la viuda de Juan José Manauta, Sra Lucía Montero y el Prof. Héctor Izaguirre.
Esta Feria es organizada por la Dirección Municipal de Cultura y la Fundación Magister y ha sido Declarada de interés Provincial, de Interés Municipal por el Concejo Deliberante y de Interés Educativo por la Dirección Departamental de Educación de Concordia.
"Había finalizado el clásico Boca y River y los muchachos festejaban. En la carpa de la Feria del libro de Concordia , el acto se realizaba contra viento , marea y bocinas estruendosas. Un público muy atento y afectuoso seguía las palabras de los disertantes. En eso , entró Sabina. Sorpresa y emoción para mi. Un soplo de aire fresco , que no podía faltar en un homenaje a JJ . El profesor Izaguirre hizo un minucioso recorrido por algunas partes de la obra, Maria Elena Lothriger habló " a lo Chacho ", como dijo, recordandolo con amor y sin lágrimas " como a el le gusta" señaló. Yo tragaba saliva y emociones .No queria dar la nota con una lloratina. Y hable lo que pude en la parte que me tocó. Cerró el Diputado Lisandro Viale , que recordó al amigo, al entrerriano con palabras muy emotivas. Al final , leyó el poema El hambre... Durante el transcurso del acto dos hechos me pusieron los pelos de punta "Entró un pibe , para pedir monedas a la gente. Todos nos miramos con el mismo pensamiento :ODISEO . Y como si eso no hubiera bastado , un marginal, menesteroso , un personaje salido de alguna de sus historias , entro , y se sentó al lado de Izaguirre , en la mesa , y se puso a oir muy atento. Alguien llamó a seguridad y vinieron a sacarlo . El dijo " si no hago nada malo...estoy escuchando la palabra" De entre la gente se alzó una voz que gritó "Dejenlo... A Manauta no le gustaría que lo echen" Todos apoyamos lo dicho, pero la ley es mas fuerte y lo sacaron igual. Al rato volvió pero se quedo quieto , callado y en el fondo. Hugo Alberto Luna tomando sus registros como siempre. La organizacion de la Fundación Magister , impecable y la calidez y la atención de Stella y Jorge, para recordar y agradecer. Preciosa la plaza de Concordia , rodeada de las carpas de la Feria del Libro".
Crónica homenaje a Manauta por Belén Sigot
Fue en la Feria del Libro de Concordia, el domingo, hace dos días: Manauta entró a la carpa donde estábamos oyendo embelesados el homenaje que se le estaba tributando. Manauta entró él mismito, y fueron tres veces en las que lo hizo. Primero, se me paró al lado, y me pidió monedas –“para comprar pan", así me dijo-. Lo miré y le vi en el cuerpo que no tendría más de siete años, pero por la cara me di cuenta de que ya andaba por los diez. Y se me erizó el alma: “Odiseo”. Era Odiseo que andaba ahí entre nosotros. Se acercó a algunos otros, les pidió supongo que lo mismo, se quedó parado escuchando un rato –o quizás evaluando quién tendría aspecto de generoso- y después se marchó hacia la pobreza de Concordia de donde había venido.
Al rato, se me metió en las narices un olor agrio, terroso, áspero. Y vi entrar a Manauta otra vez: ahora tendría unos cincuenta años que parecían mucho más, y una cara agitanada, y todo, todo en él era también un personaje de Las tierras blancas. Se abrió paso entre nosotros, hasta llegar a la única silla vacía: una que estaba puesta justo al lado de los expositores. Y ahí se sentó, casi de frente a todos, y medio de costado se quedó escuchando absorto lo que el profesor Izaguirre estaba leyendo.
Cuando entró el policía, no necesité mirar: lo vi en la cara de Lucía Montero, la señora de Manauta, que decía que no, no, no lo saquen; lo decía con los ojos y con la cabeza que negaba una y otra vez. Pero el policía siguió avanzando hasta llegar al hombre, y lo agarró de la ropa. “Estoy escuchando las palabras” dijo él. Y a esa altura, ya no solo Lucía Montero pedía que no, sino que varias eran las voces: No lo saque, no lo saque, Manauta no hubiese querido que lo saque. Pero el policía no hizo caso: qué sabría él de Manauta. Una mujer, que estaba frente a mí -y que no debe de haber leído a Manauta nunca por lo que vi- le extendió al hombre unos billetes mientras el policía se lo iba llevando a la rastra. (Claro, señora, porque todos estábamos mirando lo hizo. Pierda cuidado, señora: que ni a usted, ni al policía, Manauta los hubiese invitado nunca con un café, o un vino, o un cigarrillo.)
Pasaron los minutos, y de pronto el olor volvió. No tuve que mirar para saber: el olor de los ranchos gualeyos también ahí en Concordia, y los ojos y la sonrisa de Lucía Montero me lo dijeron. Ahora había un silla vacía más atrás, y ahí se sentó, y ahí se quedó con los ojos bien abiertos y casi sin pestañear escuchando esas palabras que le habían querido negar.
El homenaje terminó con unas guitarras entonando La zamba del lino, de Manauta. Ahí lo vi adormecerse. Cuando todo terminó, salimos, y él quedó dentro de la carpa, a resguardo del frío, dormido y olvidando el hambre por un rato.
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El programa completo, en: www.fundacion-magister.org.ar