Se conmemora el 24 de junio un nuevo aniversario de la muerte de Carlos Gardel. La ciudad de Concepción del Uruguay lo tuvo tres meses antes de la trágica fecha en marzo de 1935. En aquella oportunidad El Zorzal Criollo actuó a sala llena en "El Gran Cine Teatro Avenida", al sur de esta ciudad entrerriana.
"Charles Romuald Gardès tiene partida de nacimiento en Toulouse, Francia, hijo de Bertha Gardès y de padre desconocido, el 10 de diciembre de 1890.
Luis Alposta, en el número 78 de la revista Proa, señala que Gardel fue el primer cantor popular argentino que incorporó técnicas del Bel Canto; incluyó en su repertorio prácticamente todos los géneros de nuestro folklore; creó una manera de cantar el tango, creó el tango canción; fue el primer gran melodista del tango. En una proyección de Luces de Buenos Aires, los operadores se vieron obligados a rebobinar la cinta y emitir nuevamente el tango “Tomo y obligo”. Su apellido ha sido adjetivado: “Fulano es Gardel”, “se cree Gardel...”. Gardel tuvo características de personalidad que reforzaron su carácter mítico. Era modesto y buen amigo; mantuvo los vínculos de sus primeros años a lo largo de toda su exitosa carrera. Visitó a su familia en Toulouse y ayudó a su madre (hay facsímiles de las cartas que le enviaba); también ayudó a personas que habían compartido sus comienzos penosos en el Abasto, fue generoso, desbordó simpatía.
Su voz era extraordinaria. Con un registro de barítono brillante, podía cantar con tesituras de tenor y de barítono sin falsete y sin esfuerzo; tuvo impostación natural, esto es: cantaba como hablaba, no necesitaba colocar la voz; tuvo oído absoluto y afinación perfecta. Estudioso, siempre preparó sus actuaciones. Toscanini dijo que, entre los cantantes populares, sólo Gardel y Bing Crosby no desafinaban. Si prestamos atención a la emisión de su voz, es notable cómo se lo oye siempre en el mismo lugar, no tiene que hacer pasajes; produce una gran tranquilidad oírlo porque siempre va a emitir en el mismo plano. La célebre particularidad de su pronunciación cuando canta –no cuando habla– responde a una necesidad técnica de mejor grabación: por eso evita la ene y la ele, llevándolas a erre, que suena sólo en cavidad bucal. Su expresividad es incomparable y se nota muy especialmente cuando vemos hoy sus películas, donde los momentos en que canta se recortan absolutamente de un fondo que aparece antiguo y superado. Cuando canta Gardel, nos emocionamos, porque, como se ha dicho, tiene una lágrima en la garganta.
Hay en la Argentina otros personajes míticos –Hipólito Yrigoyen, Juan Perón, Eva Duarte, Ernesto Guevara–, pero ninguno es universalmente aceptado como tal, ya que las connotaciones políticas opacan el entusiasmo por uno u otro. Además, Gardel es un personaje inmanente: no está en ningún cielo que alimente la fantasía de ser evocado para conseguir beneficios. Los santos populares –la Difunta Correa puede ser paradigmática– están restringidos a la población creyente, que los invoca para conseguir milagros. Gardel llenó nuestras necesidades; nos produjo y produce la emoción que su voz, en sí misma, hace nacer. Para muchos, entre los que me cuento, nadie cantó mejor.
¿Cómo fabricamos el mito, cómo nos apropiamos del personaje? Suele haber una relación familiar o local: fue conocido de chico, o estuvo en la casa o era pariente. Pero hay también otras formas de apoderarse del personaje mítico. Respecto de Gardel, puedo hablar de mi propia experiencia: si bien nació en Toulouse, los uruguayos tienen un deseo vehemente de ubicar su origen en Tacuarembó, a 400 kilómetros de Montevideo. Toulouse tiene una partida de nacimiento, Uruguay tiene un pasaporte. Por mi parte, ante este relato mítico de los hermanos uruguayos, mi razonamiento fue decirme que, por más partida de nacimiento que tengan los franceses o testimonios que tengan los uruguayos, ¿a quién cantó Gardel? ¿A mi Tacuarembó querido, a mi Toulouse querido? No. Este fue mi modo de apoderarme del personaje mítico, de hacer mío a Gardel. Los argentinos no tenemos necesidad de hacerlo nacer aquí, porque le cantó a Buenos Aires.
Gardel fue de todos modos un argentino por adopción: quiso ser argentino. Hijo de una mujer francesa, que vivió en el Abasto y que debió realizar múltiples tareas para mantener el hogar, Gardel es hijo de su propio esfuerzo y del de su madre".
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