PortadaEditorialVideotecaAudiotecaLiteraturaCorosPEDEAEContacto

Leonor García Hernando

 

Tangos del Orfelinato (fragmento)

No hallarás nuevas tierras, no hallarás otros mares.

La ciudad te seguirá. Vagarás por las mismas calles. Y en los mismos barrios te harás viejo;
y entre las mismas paredes irás encaneciendo.
Siempre llegarás a esta ciudad.
                                                                       C. P. Cavafis
 
 
si el desastre fuese pudoroso conmigo,
yo sería. pudorosa con él, supongo
pero siendo así las cosas, yo también soy lujosa.
Tener y no tener sería la novela de mi 
pasión rota de lencería, inundada puntilla del corazón,
Tener y no tener
 
si esa rubia de peinado violento sonriera 
con menos placer, la vida sería, en fin, menos canalla
la camisa que la cubre de seda blanca no mejora un paisaje de lenta desviación
y al fondo del mostrador, rancio, con anillo de sello en el 
anular que se hunde en ceniza, un hombre mira a su 
acompañante
Mejilla a mejilla sería la novela de mi 
pasión
 
cheek to cheek cantaría mi novela la
voz de Sarah.
 
caricia de tu mano breve
el placer, el desdén, el vínculo perverso que retiene a los 
desdichados en la pecera del abrazo
breve
el clima de la fiesta se pierde como aguas de riego entre las
franjas del balcón.
La fiesta se apagaba
era el vientre de un insecto luminoso que se sostuvo un 
instante en el aire que encierran las manos de un niño
breve Tangos del orfelinato.
 
 
 
el cabello cortado a navajazos sobre la 
frente
y el largo paredón de la curtiembre para que los ojos
miren agrandados en la delgadez del rostro
sombra de las niñas expósitas sobre los pómulos
soy la que mira con insistencia caer los granos de sal
sobre la babosa que se disuelve en las baldosas del patio
auyentar con la mano esos rotos 
mechones que molestan la frente
soy la dejada con una manta en los hombros la tocada 
por la sospecha
 
me querías pecadora? Yo te daré indo-
lencia semejante al destierro.
 
__esa blanda extensión de campo se ve 
desde la curva de la ruta
murmurada en ajustados labios, estas palabras que a 
nadie atraen, que nada piden como otra respiración. 
Un alambre corta la planicie delgado arpón clavado en 
un horizonte esquivo temblores en un páramo errado.
Se escucha rasante el quejido de los motores, exigidos 
por una velocidad que es pánico
el pedregullo salta en la banquina escasa magros fuegos 
de artificio que se extinguen en lo que tarda un camión en 
recorrer la curva con su acoplado de bestias para entregar 
a los matarifes
una palabra murmurada en ajustados labios
pronto la sombra apretará la tierra
desaparecerá el campo y las tenues flores de alfalfa en la 
intemperie cenizas que el viento afloja
bocina atónita en el desvío de un muelle de cal
¿seré tan triste como esa palabra que en 
mi boca se retuerce como un lagarto blanco?
rosa de piedra en la boca de un lastimado
 
cenizas en la curva.