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Poesía

Gaspar L. Benavento

Maestro y poeta

Estas muchachas del campo
-vestimenta y carnes limpias-
que despiertan a las albas
en un trinar de cachirlas,
me vieron pasar cantando
cuando los surcos abrían:
-Cante la cigarra, cante,
mientras trabaja la hormiga.
 
Como quien da lo que tiene
salí a repartir mi vida;
mi vida es una canción
y una canción mi alegría:
-Calandria madrugadora
siempre alegra la fatiga.
 
 Estas muchachas del campo
me han visto las manos limpias,
la vestimenta cuidada
y el vagabundear sin prisa.
No me miraron la frente
ni comprendieron mis rimas:
-Cante la cigarra, cante,
mientras trabaja la hormiga.
 
 Como quien da lo que tiene
eché al aire mi cantiga.
Era en el mes de la escarcha
cuando las aves se atristan
y las campanas silencian,
severas, las elegías
de los niños que no juegan,
que no danzan, que no brincan...
   

                    II
 
Estas muchachas del campo
-vestimenta y carnes limpias-
que huelen a hierba fresca,
tienen color de gavillas
y son robustas y sanas,
me han visto volver un día
con la canción en los labios
y el vagabundear sin prisa:
-Cante la cigarra, cante,
mientras trabaja la hormiga.
 
Los trigos estaban altos,
sazonadas las espigas
y los labriegos contentos.
Parado sobre una horquilla
cantaba un zorzal su canto
y era su voz la voz mía:
-Zorzal que silba a la siesta
siempre alegra la fatiga.
 
 Estas muchachas del campo
encuentran fácil mi risa,
despreocupado el andar
y, como otrora, no miran
mi frente y parece que
les molestara la rima:
-Cante la cigarra, cante,
mientras trabaja la hormiga.
 
Como quien da lo que tiene
eché a silbar mi alegría.
Era en el mes de las mieses,
del amor y de la risa,
cuando los pájaros visten
plumajes de pedrerías
y las campanas se aquietan
mientras los niños se animan
y con la fiesta del sol
ríen, juegan, danzan, brincan.
 
 
                  III
 
Estas muchachas del campo
cuando empezaron la trilla
y vieron que yo marchaba
cantando por las cocinas
tiraban sobre mis pasos
las piedras de su injusticia:
-Cante la cigarra, cante,
mientras trabaja la hormiga.
Calandria madrugadora,
Zorzal haragán que silba:
se puede vivir cantando
pero hay que darse a la vida.
Aprendan de los horneros
que mientras cantan y brincan
están alzando su casa
y están haciendo su dicha.
 
Como quien da lo que tiene
-ellas no saben mi vida-
yo me privé del sol bueno,
del aire puro y la rima
lanzada con toda fuerza
por las abiertas campiñas,
y me di en abecedarios,
en canciones y en caricias,
y fue mi siembra difícil
y mi cosecha tardía,
pero fue siempre cantando
que yo sembré por la vida!

Gaspar Leoncio Benavento: nació en la ciudad de Victoria, Entre Ríos, el 6 de enero de 1902. Su producción alterna la poesía con el ensayo y está compuesta por las siguientes obras:  Sol de amanecer (1926), Tierra maldita (1929), Ciudad de Vera de las Siete Corrientes (1934), Madre (1940), Albricias (1942), La de las siete colinas (1946), Entre Ríos tierra de horneros (1949), Historia de las escuelas para adultos (1948) en colaboración con Fermín Estrella Gutiérrez, Jujuy, rosada de airampos (1952), La patria está en el canto (1961), Leyendas guaraníes (1961), Títeres del mundo nuestro, El guaraní en Entre Ríos y Las sombras tienen luz (póstumo). También publicó textos escolares: Albricias, Martín pescador y Afán y fe.  Su último libro "Soledad pensativa" (1960) está dedicado a su mujer, Estela Larrosa.
Falleció en Buenos Aires, el 21 de abril de 1963.

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