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Presentación


Se presentó el sábado 27 de abril, en la Biblioteca Popular del Paraná, Buenos Aires 256 de la capital entrerriana, la Obra Poética de Daniel Elías.

La Editorial de la Universidad Nacional de Entre Ríos, EDUNER, presentó el libro Obra poética de Daniel Elías, segundo libro de la colección El país del sauce, coedición UNER-UNL.El acto se realizó el sábado 27 de abril a las 20 horas en la sede de la Biblioteca Popular del Paraná, calle Buenos Aires 256 de la ciudad de Paraná. Presentaron el libro el doctor Sergio Delgado, de la Universitè de Bretagne Sud, director de la colección; junto al poeta entrerriano Miguel Ángel Federik, quien dirigió la edición del volumen.

Daniel Elías nació en 1885, fue bautizado en Gualeguaychú y su niñez transcurrió en Villaguay. Cursó sus estudios secundarios en el histórico Colegio Nacional de Concepción del Uruguay. Se recibió de abogado, ejerció de juez. Se casó, tuvo dos hijos y murió en la flor de la edad, de su propia voluntad, una tarde de noviembre de 1928. Sus dos libros de poemas, Las alegrías del sol (1929) y Los arrobos de la tarde (1938) aparecieron después de su muerte, en tiradas limitadas y nunca volvieron a ser publicados. Parecen aguardar, todavía, en aquel “cajón de la mesa del escritorio de arriba”. Esta edición de su Obra poética, que incluye ambos libros y otros textos inéditos es, entonces, pura novedad. 
La obra de Elías fue siempre bien nombrada –no lo olvidan los poetas mayores de Entre Ríos: Carlos Mastronardi, Juan L. Ortiz, Amaro Villanueva, Arnaldo Calveyra– pero al parecer poco leída, atendiendo –hasta ahora– a la difícil posesión de sus libros. Esta poesía atesora aún su secreto. Quizás baste un verso para evocarlo: “La desgracia feliz de ser poeta”, según Villanueva; “De linda esta mañana parece una mentira”, según Calveyra. El lector que nunca sintió el nombre de Elías, se confrontará de pronto a un universo insospechado. Dice Miguel Ángel Federik, responsable de este volumen: “Le bastaron memoria y mirada creyente para darle estatura a modestas cosas: el verdor de unas exiguas viñas con gorriones, la luz dominical de unos cielos apacibles, los estadios del día entre los sauces, la sombra andante de sus héroes anónimos, el trigo que nace después de las batallas y esos trabajos del sol que pone hombres de pie y sigue haciendo redondas las naranjas”.